Danza Vertical




“Elija ser positivo. Usted tiene esa opción, es el dueño de su actitud. Elija ser positivo, constructivo. El optimismo es el hilo conductor hacia el éxito.”
Bruce Lee


El primer día me pareció algo totalmente imposible de conseguir. Recuerdo haberla visto de un color negro grisáceo, imponente y majestuosa. Se levantaba delante de mí como un muro infranqueable, era casi como una barrera natural de proporciones bíblicas. Debía medir unos 25 metros, es irónico por aquella época no sabía calcular las alturas a ojo y si hubiese tenido que decir cuanto media en aquel momento hubiese dicho 50 metros con la expresión de un hombre que sabe lo que dice. La examine sin atrever acercarme, levante la cabeza poco a poco para llegar a la cima, abriendo la boca como siempre que miramos al techo embobados y entonces sonreí sinceramente como si me hubiesen contado un chiste de aquellos que tardas en comprender.

No iba a subir ni por asomo. Eso denota miedo
Mi compañero, Joan, comenzó a ponerse el arnés y a colocar las cintas, los seguros, el magnesio en fin todo el material que iba a hacer falta alrededor de su cuerpo. Me dijo que era granito y que el granito tiene mucha adherencia pero que al estar hecho en forma de “placas” no tiene salientes de donde agarrarse y que iba a ser difícil subir.

Continuaba sintiendo un pánico tremendo por tener que subir esa pared vertical y el entender que no iba a ser capaz de subirlo, que no iba a estar a la altura me hizo sentir tristeza.

Mientras, mi compañero había comenzado la ascensión. Llevaba unos 4 metros de subida, se había asegurado al primer enganche y por lo tanto el momento más difícil de todos, el comienzo, cuando los músculos están fríos y la cabeza distraída había terminado. Poco a poco me fui acercando a la pared, la toqué estaba fría, congelada, el granito parecía eterno y podías deslizar la mano sobre él notando toda su perfección. Recuerdo que la sensación me gusto enormemente. Mi compañero había llegado al final y se descolgaba de la cuerda haciendo rappel. Llego al suelo me miro con satisfacción y me dijo con una sonrisa “¡es tu turno!”.

Me até a la cuerda de una manera distraída, hice el nudo con miedo, me puse el magnesio en las manos con la cabeza puesta en mil cosas menos la que me ocupaba en ese momento. Y entonces llego, llego como llegan las grandes decisiones en esta vida. Había pasado mucha mierda en esa época, me había visto en un espejo e imagen me había devuelto un tipo sin sueños, sin visiones y sin metas. Estaba hasta las narices de bajar la cabeza antes las dificultades y de comportarme como un perdedor. Los matemáticos lo llamarían a esto un “punto de inflexión” y yo básicamente llegué a la conclusión de que si la dificultad ese día iba a ser una pared de 25 metros. La iba a subir arrastrándome si hacía falta. Había llegado la ira.

Los primeros pasos fueron nerviosos, casi patéticos, las manos sin saber donde ir, los pies temblando del miedo, mirada nerviosa, pulso desbocado, adrenalina como para dar positivo en un control de estupefacientes.
Los novatos tienden a usar más músculos de los que realmente necesitan para mantenerse en la pared y eso hace que gasten una cantidad ingente de energía. Eso unido a que en esos momentos no sabes moverte, forman un cuadro bastante triste de ver, pero lo tenia decidido aunque fuera arrastrándome subiría esa montaña. A la mitad del camino se me ocurrió mirar atrás y recuerdo que pensé “quien me manda a meterme aquí, con lo bien que se está en el sofá de casa”. A duras penas casi sin aliento y sin fuerzas llegué a la cima, estaba pletórico, estaba libre, me había liberado de los miedos y de las fobias y aunque era una simple montaña, coronarla, subirla, conquistarla, significaba coronar mis miedos.

Eso sólo puede ser alegría…

Han pasado dos años desde entonces, he visitado muchos sitios increíbles donde practicar la escalada, he subido por caliza, he subido por arenisca, he visto piedras enormes de granito y formaciones de calcárea que recuerdan a la sagrada familia. Han desaparecido los miedos y los temores cada vez que me enfrento a una pared nueva pero se mantiene una cosa intacta, el respeto.

Y cada vez que llego a un lugar nuevo, cada vez que una pared se levanta delante como un muro infranqueable, lo primero que hago es pasar la mano por encima delicadamente recordando mi “primer día”.

Eso es amor…

Esta es una redacción sobre los sentimientos que nos hacen obrar, de cómo cambian por momentos, como nos influyen en nuestra manera de pensar y de las acciones a las cuales nos empujan.

“los escaladores llaman cariñosamente a la escalada la “danza vertical” porque ver a un buen escalador en acción es como verlo bailar con la montaña”







Comentarios

la-nata-contra-el-vidrio ha dicho que…
Esta Miguel es una bella página, digna de ser leída y releída. La vida en sí es un riesgo, este planeta en el cual habitamos, es un objeto que arriesga, pues es una nave en viaje, sin monitores a la vista y una pila de contras, que hacen las cosas aún + difíciles. Da pena de que quien elije tan bien sus textos, se ausente de la web. Yo, particularmente te extraño, era muy lindo tener un hermano lejos a quien querer.
Un abrazo de xavier
Anónimo ha dicho que…
Danza Vertical... s
Circodedos son dos almas negras que buscan en el tránsito a una nueva vida.
Una suicida y un mendigo...
Será en esa espera
que puedan encontrarse
y vivir intensamente
un nuevo renacer.
Poema al vacío...
Porque vaciándose es como empieza a llenarse el corazón humano. Danza vertical sobre fachada.
(buscado a propósito para éste apartado...)
Afrontemos, con miedos o sin ellos, lo q la vida nos ofrece, seamos capaces al menos, de intentarlo; eso nos hará "crecer", madurar como personas, adquirir la sabiduría q la experiencia nos irá dando, la satisfacción de saber q los "muros" q se nos antepone en el camino seremos capaces de superarlos.
HnlA

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