El jefe

El jefe

La luz mortecina apenas se colaba por la ventana de la estancia. Era cómico la diferencia de percepciones, los habitantes de la casa se reían de la apariencia que le conferían las rejas a las ventanas; uno decía que se parecía a un estúpido con aparatos, el otro que le recordaba a un scalextric que él tenia de pequeñito y así mil y una gracias. En cambio la gente que pasaba al otro lado le repugnaba ese edificio, era como una pequeña cicatriz que afeaba el hermoso rostro de su comunidad. Estos ciudadanos no veían rostros con aparatos, ni siquiera se permitían una pequeña licencia con ese edificio, para estos ciudadanos que aligeraban el paso cuando avistaban la fachada de la casa era exactamente eso una casa, la casa de los locos.

Mac Murphy, acababa de ganar una mano. Había sido rápido, tal y como le gustaba a Mac. Un par de ases junto con una parejita de damas. Mac las llamaba "mon petit coeur", Mac adoraba el poker pero lo que más adoraba de ese juego era sin duda ganar. Mac era uno de esos tahúres perdidos, uno de esos renglones torcidos de Dios... Había acaparado la mesa de juego y se jactaba de "desplumar" a los locos junto a su inseparable Winston.

-Dale ya Nate!
-Joder Jefe no me mires así que parece que me vayas a matar con la mirada!
-Dale ya Jim! por más que las mires esas jodidas cartas no van a cambiar de color!
-Nate como vuelvas a mirar las cartas te voy a dar un soplamocos que vas a ver Marte en tres dimensiones...

Mac disfrutaba con un niño en esa sala, era el rey y lo sabia. Hace apenas unos meses que su curtido culo aterrizó en este pabellón y poco a poco se había convertido en el amo y señor absoluto de los juegos de azar.

-Venga Nate, me debes cinco cigarros deja de hacer el tonto y saca los pitis que hoy te voy a desplumar!

Jim no le quitaba ojo a Mac de encima, lo miraba y lo remiraba, le miraba la perilla y deseaba tener una igual. Le miraba la sonrisa maliciosa y deseaba tener una igual. Le miraba la chupa y por dios ese chico mataría por una chupa igual. Jim admiraba a Mac ante todo y sobre todo.

-Mmmmaaac, Mmmmac, Mac Murrrrphy- Logró decir Jim al final, siempre le costaba pronunciar el nombre entero de Mac pero jamás desistía.
-Que quieres chaval?
-Cccccoooomo haaaaces para gaaaanar siempre Mmmmac?
-Joder chico! si te lo dijera tendría que matarte!

-Jim había ingresado con un gran desorden mental encima, tenia tendencias suicidas y le costaba centrar su atención. Su gran problema de dicción contribuían a hacer de Jim una persona tímida y recluida, eso si nadie lo negaba Jim tenia un corazón del tamaño de un camión.

-Bien chicos es la hora de la medicina. Veo que no pierde el tiempo señor Mac Murphy, como se encuentra después del "tratamiento".

Solo había una cosa de su nueva vida que Mac Murphy odiaba, era esa pequeña voz sibilina y que aparentaba autocontrol. Era esa voz maliciosa que contenía maldad a raudales. Era la voz que mandaba en ese pabellón. La voz de la enfermera en jefe. La voz de la señorita Roberts.

-El tratamiento? joder señorita Roberts ha sido una experiencia extrasensorial! imagínese 10.000 voltios recorriendo su cuerpo, recorriendo esas finas piernas desde abajo hasta arriba y acariciando esos dulces pechos. Joder ha sido mejor que un polvo!
-Señor Mac Murphy, voy a tener que pedirle que modere su lenguaje obsceno. No me gusta que lo use en mi sala.

Ese deje, era exactamente lo que más le molestaba a Mac. Su sala había dicho SU SALA esa mala zorra, con pinta de no romper un plato. Esa mala pécora era lo único que sobraba en su nueva vida. Recordemos que Mac había fingido durante meses una grave locura para poder pedir el traslado de la cárcel, el hombre fue capaz de hacer prácticamente de todo. Desde comer excrementos a pasearse desnudo por el patio, todo con tal de salir de esa maldita cárcel. A Mac se le había diagnosticado una paranoia severa y su internamiento en el pabellón psiquiátrico fue el resultado de su particular número de mímica. Y ahora se veía amo, dueño y señor de esa sala, era el que mandaba el cotarro. Controlaba los cigarrillos y los postres (gracias a las partidas de poker) y tan solo había algo que le molestaba a Mac, sencillamente Mac no soportaba la presencia de la enfermera en jefe.

-Son las 12 en punto señor Mac Murphy, es la hora de la medicina
-Si señorita Roberts voy a tomarme las pastillas para que la locura no se escape, si señorita Roberts, a sus pies. Voy señorita Roberts no se preocupe señorita.
-No me sea repelente señor Mac Murphy.
-Si señorita Roberts, como usted mande.

La ceremonia de la "hora de las pastillas" como la llamaba cariñosamente Mac, era sencillamente un espectáculo digno de verse. Solos o en pareja, cogidos de la mano o ungidos a sus andadores, en fila india o apilotonados. Los locos se dirigían lentamente a la ventanilla donde una de las enfermeras les repartía la medicina y un vasito de agua. La rutina de la "hora de las pastillas" se caracterizaba por la música, siempre la misma canción "come rain or come shine" de Don Henley. Mac había terminado por odiar esa canción...

-Señor Mac Murphy, le hemos subido la dosis de ansiolíticos y hemos añadido un antidepresivo a su medicación espero que no se moleste. En total usted ahora tiene que tomarse cuatro pastillas. Su último ataque de ira ha tenido consecuencias...
-No se preocupe señorita Roberts, seguro que me sientan de maravillas, ya casi puedo sentir la tranquilidad que me va a proporcionar la nueva medicación

El incidente al que se refería la enfermera Roberts, ocurrió una semana atrás. Mac había sido presa de la ira cuando la señorita Roberts ordenó apagar el televisor durante el último partido de la serie de los playoffs que enfrentaba a los Detroit Pistons de Joe Dumars contra los Angeles Lakers de Kareem Abdul-Jabbar y "Magic" Jhonson. Mac casi le arranca de un mordisco el brazo a la enfermera Roberts cuando alargaba la mano para apagar el televisor y los guardianes se habían tenido que emplear a fondo con las porras para reducirlo. La sala se volvió loca, los internos comenzaron a maullar como posesos y el griterío se apoderó de la estancia. Tan solo una persona conservó la calma, escrutándolo todo con su mirada. El jefe no se había movido de su sitio durante todo el percance, examinándolo todo con detenimiento. El jefe era un descendiente directo de los navajos, su padre había sido el último de los grandes jefes de su clan y no se comunicaba con nadie, no había mostrado nunca la menor intención de comunicarse con nadie. Ese grandullón de dos metros no hablaba, no se movía, no gesticulaba, no sonreía, el jefe era como una estatua de cera tamaño XXL.

-A ver señor Mac Murphy , enséñeme la lengua.
-Ummmm glup!. Mire señorita Roberts! limpio como el culo de un albino!
-No me sea grosero señor Mac Murphy!

Mac era un gran farsante, su lenguaje, sus gestos medidos y comedidos. Tan sólo enmascaraban algo, Mac Murphy había decidido fugarse y por lo tanto necesitaba aparentar ser la persona más sumisa del mundo. Las pastillas en realidad no se las tragaba, las escondía debajo de la lengua y se las daba a los enfermos más crónicos después. Mac necesitaba todas sus fuerzas para escapar del psiquiátrico y lo sabia. Era su oportunidad y no la iba a joder.

-Vamos jefe, quieres bailar conmigo? venga chicos vamos a bailar. Jim tu sabes bailar chaval?
-Mmmmmac, yo no seeee baaaiiillllaar, me eeeeennnnsseñas??
-Claro que si chico, coge al loco de Nate de las orejas y tiraselas para arriba ya verás como baila!
-Aiiiii me haces daño Jim!!
-Mmmmmmaac me ee dijooo que loo hiiiiciera.
-Y si Mac te dice que te tires de la ventana??
-QQuuuueee ventttttana Nnnaate?

Mac lo había preparado todo, esa noche habría una fiesta para despedirse a lo grande de la sala. De SU sala. Mac había contactado con dos amiguitas de Iowa, dos autenticas gatitas como las llamaba Mac. Y esa noche la sala vibró de vida. Ante bebió cava para parar un camión, Bob el silencioso bailó durante toda la noche al ritmo del pasodoble, Jim no le quitó el ojo de encima a una de las amiguitas de Mac, Mac como un buen anfitrión se dejó ver en toda los rincones imaginables y el jefe... el jefe no cerró los ojos en toda la noche.

-Que demonios es esto¿?
-Ssssseeeñorita Rooooobbbbberts
-Que haces desnudo con esa chica Jim??¿?
-Seeeeeñorita Roobeeeertsssss nnnno lllleeeee digggaa naddda a mmm m mmmm mmmmiiiii maaadre
-Que no le diga nada a tu madre? Jim por dios! estaría faltándole a nuestra amistad si no le dijera nada!
-Nnnnnnoooo leeee di di noooo le diiiiga nada a aaa mi iii maddre, seeeee lo rrruegoooooo!
-Lo siento Jim esta vez te has pasado, tengo que llamar inmediatamente a tu madre y contárselo, no te muevas de aquí

-Los había pillado "in fraganti" se habían quedado dormidos, Ante aún abrazaba a Bob el silencioso. Jim se había quedado dormido con una de las amigas de Mac y Mac abrazaba la botella de wiskhy contra su pecho como buscando consuelo. Dios santo se había dormido todos en la sala!

-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarggg, señorita Roberts! venga corriendo Jim, es Jim!!!!!!!

Se había abierto las venas, imposible de cerrar. Se las había cercenado con una botella rota. Jim se había hecho un trazo tan grande con la botella que apenas se veía nada entre tanta sangre. Los chicos se agolpaban a la puerta y no dejaban entrar ni salir. Mac los apartó, los empujo, los tiró, saltó literalmente por encima de ellos y se arrodillo junto a Jim. Susurraba palabras ininteligibles entre dientes y movía la cabecita de Jim dulcemente.

-Estupido chico. Estupido y mil veces estupido. Ahora como le voy a explicar esto al director! Niñato indecente. Las palabras de la señorita Roberts sonaron en la cabeza de Mac como el sonido reptante e una víbora...

Como un animal felino Mac se abalanzó sobre el cuello de la señorita Roberts, estrujó con todas sus fuerzas. Puso todo su empeño en acelerar el fin de esa víbora. Juntó toda la energía de su ser y se concentró para poder acabar la tarea que se había propuesto. Os juro que Mac estaba como poseido, ese hombre habia perdido la razón y la iba a asesinar ahí mismo. El golpe que le dieron a Mac en la cabeza fue tremendo. Sonó hueco. El guardia había descargado su porra contra la cabeza de Mac y este había soltado a su victima como un acto reflejo. La suerte de Mac estaba echada. Lo sacrificarían como a un animal rabioso.

La lobotomía a la que sometieron a Mac no tenia nada de constructivo, simplemente le arrancaron un pedacito de cerebro con la intención de dejarlo manso como un cordero. Y vaya si lo consiguieron... La sala nunca volvió a ser lo mismo, nadie volvió a jugar a las cartas. Y todo volvió a sumirse en una soporífera calma, tan tranquila y muerta como lo era antes de la llegada de Mac. Tan sólo una cosa cobró vida, tan solo algo se reveló contra todo eso, algo que había permanecido mudo y muerto durante años.

Los ojos del jefe volvieron a la vida.



Comentarios

la mirada ha dicho que…
Hola, t'hem enllaçat a LA MIRADA. Felicitats pel blog i bon any!

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